Esa noche, la luna se filtraba por la ventana, suave y misteriosa. Me encontraba frente al espejo, desnuda, como si el reflejo de mi cuerpo hablara algo que no entendía. Mis dedos recorrieron lentamente el contorno de mi cuello, las curvas de mis hombros, como si estuviera explorando algo olvidado, algo profundamente mío. Sentí una conexión, algo que había estado dormido por tanto tiempo. Mi cuerpo, mi esencia, mi feminidad… Todo lo que soy.
Fue en ese momento cuando entendí. Mis joyas, las que usaba o soñaba con crear, no podían ser solo adornos. Necesitaban ser algo más, un reflejo de todo lo que soy, un homenaje a mi anatomía, a lo que me hace única. Quería algo que no solo me adornara, sino que me hablara, que hablara de mí, de mi poder, de mi sensualidad, de mi fuerza.
Y fue así como nació Sagrada Feminidad. No fue una decisión, fue una revelación. Me di cuenta de que la joyería debía ser más que un simple accesorio, debía ser una extensión de mi cuerpo, un símbolo que reflejara no solo lo exterior, sino lo profundo, lo más íntimo.
Comencé a diseñar, inspirada por la anatomía femenina, por cada línea, por cada curva, por cada pliegue que me hacía sentir viva. Las piezas no solo estaban hechas para adornar, sino para exaltar mi feminidad, para recordar a cada mujer que su cuerpo es un templo, un lugar sagrado.
Cada joya de Sagrada Feminidad se convirtió en una pieza única, creada para celebrar la sensualidad y el poder que todas llevamos dentro. A través de cada diseño, recordé que no solo se trata de cómo nos vemos, sino de cómo nos sentimos. De cómo nuestras joyas pueden ser nuestro himno, nuestra declaración de amor propio y de libertad.
Hoy, cada pieza que diseño es un recordatorio de esa noche frente al espejo. Un susurro, un toque, un suspiro que dice: "Soy mujer, soy única, y mi feminidad es sagrada."
Comments